sábado, 11 de diciembre de 2010

La gran nevada

Este puente de Diciembre pasamos tres días en el terruño. Yo me acerqué el viernes a calentar la casa y G. y las niñas al día siguiente, supongo que engañadas por mi entusiasmo ante la belleza del bosque nevado. El viernes me fue imposible llegar con el coche hasta la parcela y tuve que dejarlo a unos cientos de metros de la casa grande. En la experiencia, en la que recuperé sensaciones de una ascensión a Tresviso con mi cuñado en medio de una potente nevada, aprendí lo siguiente:
  • No sé conducir en nieve, da igual el tamaño o cilindrada del vehículo.
  • José es un buen hombre y un tractor es más que suficiente para sacar un coche de buen tamaño de una cuneta, hasta dos veces.
  • No hay sensación más salvaje y plena que caminar en medio de la luminosidad y el silencio de un bosque nevado.
  • Un terreno con una nevada virgen es como un mural de lo que ha pasado en las últimas horas, a tu mente acuden la imagen del fantasma del pasado de los animales siguiendo los recorridos marcados por sus huellas en la nieve.
  • Una casa deshabitada a 1.200 metros de altitud en medio de heladas de hasta -8º puede llegar a estar a 0º pese a estar muy bien aislada.
  • El volumen es fundamental a la hora de calentar un casa, el volumen de la nuestra requiere de 24 a 30 horas para alcanzar una temperatura razonable.
  • El ron y la ginebra no son buenos calentadores a medio plazo.


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