miércoles, 30 de mayo de 2012

Fe Ciega


Llegamos de madrugada a la parcela después de dos semanas sin pisar por allí. La última vez dejamos  los robles apenas despertando de su larguísimo letargo invernal, y hoy, en la oscuridad de la noche, ya se intuye que lucen su follaje a pleno rendimiento. La luz de la luna creciente no permite hacerte una idea de la magnitud de la explosión, no te prepara para la nube verde que inunda la casa cuando levanto las persianas a la mañana siguiente. Si yo no me había dado cuenta, mucho menos las niñas, que llegaron profundamente dormidas. Cuando se levantan, hacen que el fin de semana haya merecido la pena solo por ver su cara de asombro. La pequeña (tres años) opta por una descripción realista: 
-¡¡¡Cuantos árboles!!!
La mayor (cinco años) se desliza a través de la fe ciega por su padre hacia el realismo mágico. 
-Papá, ¿lo has hecho tú?

miércoles, 23 de mayo de 2012

El Jardín en Movimiento

Gilles Clément es el azote de los paisajistas, está decidido a condenarles al paro. Ecologista, paisajista, jardinero, botánico, entomólogo, profesor y escritor, este hombre lleva décadas dando ideas, que todos aquellos que no tenemos tiempo ni dinero para abordar complejos y agresivos proyectos de paisajismo, abrazamos con entusiasmo. Sus ideas, se podría resumir alrededor de tres líneas de pensamiento que él ha bautizado como El Jardín en Movimiento, El Tercer Paisaje y El Jardín Planetario. Alrededor de estos tres principios, Clément hace converger con la jardinería conceptos tan de actualidad como la ecología y la globalidad.
Con el Jardín Planetario, Clément intenta hacernos ver la diversidad, el mestizaje y la interrelación que existe entre todos los seres vivos a lo largo del planeta, y la importancia de la labor del ser humano (que sería el jardinero) dentro del ciclo de la naturaleza. El Tercer Paisaje serían aquellos espacios abandonados por el hombre que muchas veces se convierten en el principal refugio de la diversidad biológica: terrenos desocupados, tanto urbanos como rurales, como los bordes de las carreteras y campos de cultivo, áreas baldías en zonas industriales y zonas marginales en reservas naturales. Son en definitiva esos espacios en los que los seres vivos que los ocupan actúan libremente y en donde se garantiza la supervivencia de muchos de ellos. Si somos capaces de ver el Tercer Paisaje como una necesidad biológica, podremos empezar a dar valor a espacios que son normalmente descuidados y olvidados. Es precisamente el Tercer Paisaje el que garantiza la existencia del Jardín Planetario. Para ese Tercer Paisaje Clément apuesta por el nomadismo, la libertad de la naturaleza, los paisajes diseñados en el cielo por las nubes y el viento. Clément es un firme defensor de la capacidad de generar paisajes de la naturaleza y se opone a los radicales de la ecología defensores de la nostalgia, de la resistencia al cambio, del retorno cueste lo que cueste a modelos definidos por ellos mismos como positivos en contraposición a todos los demás. Esto no le hace ser precisamente muy querido entre algunos sectores académicos. De hecho, las ideas del Tercer Paisaje convergen con las ideas que Emma Marris presenta en su libro Rambunctious Garden, al que pronto dedicaré una entrada. 
Y el principio que más me seduce de todos, el que mejor da forma a ideas que rondaban mi cabeza, o simples sentimientos que no aún no habían llegado a ser ideas, es el del Jardín en Movimiento. El nombre de Jardín en Movimiento nace de la migración física de las especies vegetales dentro de un área determinada, que el jardinero interpreta a voluntad. El principio fundamental del Jardín en Movimiento es trabajar todo lo posible a favor y no en contra de la naturaleza. El jardinero debe ser capaz de interpretar las interacciones entre los seres vivos que forman su jardín, y trabajar en mantener e incrementar la diversidad biológica, lo que implica mantener e incrementar la calidad biológica del sustrato (el agua, la tierra y el aire) y realizar las intervenciones con los menores medios posibles (limitar riegos, maquinaria, pesticidas). Esta forma de interacción del jardinero con su jardín requiere actuar menos y observar, meditar y entender más, lo que lo convierte en algo mucho más complejo de lo que puede parecer. El Jardín en Movimiento promueve la interacción (que no la oposición) del jardinero con esa fuerza y flujo de lo natural que podemos observar en cualquier terreno baldío abandonado al libre albedrío de la naturaleza: plantas que crecen, se expanden, sustituyen o son sustituidas, especies que aparecen o desaparecen, que buscan su sitio ideal para tomar fuerza y reproducirse o que son ahogadas por otras. La labor del jardinero en el Jardín en Movimiento, es aprovecharse de esa energía y darle forma sin alterar su dinámica, interactuar con el crecimiento espontáneo de árboles, arbustos, trepadoras, bulbos y hierbas, enriqueciendo el jardín en simpatía con el proceso natural, integrando accidentes como los árboles caídos o plantas nacidas espontáneamente. Flores que crecen en mitad de un camino obligan al jardinero a elegir: ¿debe conservar las flores o el camino?. El Jardín en Movimiento recomienda respetar las especies establecidas de una manera autónoma, aquellas que han decidido donde desean crecer. Ello supone renunciar a ciertos principios de geometría y otros principios culturales, pero no tiene que significar renunciar al diseño y a la belleza. Sus principios rompen con la concepción formal del jardín, que en este caso es confiado totalmente a las manos del jardinero y no a las del diseñador. Al final, el resultado es un jardín que varía constantemente de acuerdo a los caprichos de la naturaleza y el criterio del jardinero que lo mantiene, nunca será el resultado de la ejecución de una idea desarrollada en un tablero de dibujo. 
Clément ha aplicado sus principios en distintos parques públicos, como el famoso parque André Citroën o los recientes jardines del museo Quai Branly, ambos en París, pero si hay un sitio dónde ha experimentado y desarrollado sus ideas del Jardín en Movimiento, ese es su jardín particular La Vallée, en el que lleva trabajando más de treinta años. 

sábado, 19 de mayo de 2012

Jardín experimental de Lur Paisajistak


En el número 60 de la revista Verdeesvida aparece una interesante entrevista a Íñigo Segurola. Íñigo es conocido en España por ser el presentador del espacio de jardinería del programa Bricomanía, y a sus espaldas, tiene un importante bagaje de jardines públicos y privados junto a su socio Juan Iriarte, con quien comparte el estudio de paisajismo Lur Paisajistak. En la entrevista, Íñigo Segurola incide en la importancia que tiene que los paisajistas den ejemplo en ecología y sostenibilidad, pero sin dejar por ello de lado el diseño. Me gusta su definición del objetivo del paisajismo: "dar una forma visible a la ecología, culturizarla para que sea aceptada y asumida; enmarcarla, llamar la atención sobre lo que hay dentro del marco". En esta línea reconoce que la referencia indiscutible es el paisajista francés Gilles Clément y sus Jardín en Movimiento, Tercer Paisaje y Jardín Planetario. Muchas de las ideas que comenta en el artículo, son, casi diría que por pura intuición, líneas maestras del plan de paisajismo que seguimos en nuestra parcela:
  • Buscar que el jardín sea social, esto es, disfrutable por las personas, sin olvidar que debe ser ecológico y por supuesto estético. 
  • Trabajar a favor de la naturaleza, no en su contra, y aceptar y sacar partido de las ocurrencias naturales del jardín. 
  • Realizar mínimas intervenciones para mantener el aspecto salvaje y el interés a lo largo de todo el año.
  • Centrarse en los colores verde y blanco, los más elegantes y fáciles de combinar y no olvidarse de que hay que tener un gran conocimiento de las floraciones para lanzarse a mezclar colores. 
  • Emplear plantas con potencial para cubrir grandes extensiones con poca inversión y mantenimiento. 
  • Cambiar nuestra percepción de lo que es bonito para lograr jardines bellos a lo largo de todo el año, fijarse en la belleza de las plantas en todo su ciclo evitando los tópicos que establecen que sólo es bello lo frondoso, verde y florido. Una espiga dorada o un árbol desnudo son bonitos sin ser obvios. 
  • Reducir el césped por anti ecológico, caro y trabajoso. Sustituirlo por praderas de hierbas que requieran una sola siega y tengan una flor y una semilla bonitas. 
  • Buscar la fusión de los límites del jardín con el espacio exterior, trabajando el espacio de borde con especies del espacio exterior. Mezclarse en el entorno resaltando sus cualidades. 
A la hora de crear un jardín, aconseja tres aspectos fundamentales, que mi breve experiencia ya me ha demostrado como plenamente válidos.
  • Tener muy en cuenta los aspectos logísticos y decidir con sinceridad cuánto se quiere o puede invertir en dinero y tiempo. 
  • Preocuparse mucho del lugar y el clima: temperaturas, precipitaciones, disponibilidad de agua de riego, orientación de la parcela, tipo de suelo. Todo esto, junto con la idea de jardín que tengamos, deberá dirigir las plantaciones. 
  • El estilo y diseño, estructurar el jardín en vacíos y llenos, siendo los vacíos las superficies abiertas de césped y agua (yo añadiría los caminos y otras zonas de estar pavimentadas) y los llenos los macizos de arbustos, perennes y gramíneas. Definir muy bien las separaciones entre llenos y vacíos con borduras y usar especies adaptadas cuidando los marcos de plantación para lograr las densidades adecuados en los llenos. 
Cuando compramos nuestra parcela, mucha gente no entendía y criticaba que comprásemos una parcela con una pendiente tan pronunciada, pero desde el primer momento tuvimos claro que lo que perdíamos en comodidad lo ganábamos en posibilidades paisajísticas. Nunca me he arrepentido de la fuerte pendiente de nuestra parcela, y Sarobe Garaño, el jardín experimental de Lur Paisajistak es una de nuestras principales referencias. De todas sus obras, ésta es quizás la que mejor refleja las ideas de estos dos paisajistas seguidores de Gilles Clément. Emplearon un refugio de pastores heredado por Íñigo y los terrenos de bosque y pasto en pendiente colindantes, como campo de experimentación, como escuela para formarse como jardineros, condición que consideran indispensable para ser buenos paisajistas. 

Escondido entre los bosques de Oiartzun, Guipúzcoa, con tan solo 1.125 metros cuadrados, el jardín supera la limitación de la fuerte pendiente del terreno convirtiéndola en una gran oportunidad. Para ello los paisajistas articularon el jardín alrededor de una serie de plataformas que permiten disfrutarlo desde distintas perspectivas. Los protagonistas más visibles del jardín son los sietes estanques alimentados por un arroyo natural y enmarcados por plataformas de madera de acacia autóctona y bordes de hormigón coloreado al óxido de hierro. Las plantaciones las componen una mezcla de exóticas y nativas seleccionadas por su armonía en el color y la textura y su adaptabilidad al clima de la zona. Apuestan por las gramíneas (principalmente Miscanthus floridulus, Miscanthus sinensis Gracillimus y Pennisetum alopecuroides) para cubrir grandes extensiones de bajo mantenimiento. Los límites del jardín han sido plantados de hayas lloronas (Fagus sylvatica Pendula) como forma de crear una pantalla que aísla al tiempo que se funde con el bosque de hayas, robles, nogales y castaños que le rodea y le compone. Otro ejemplo de mezcla armónica de lo exótico y lo natural lo aportan los helechos arbóreos (Dycksonia antarctica) que encajan a la perfección con los helechos nativos que crecen entre los bosques de pinos (Pinus radiata) de repoblación en la zona. En mi opinión el jardín encaja a la perfección en el concepto de jardín de paseo japonés, aspecto que se ve incrementado con las plantaciones de cerezos ornamentales (Prunus x yedoensis) y arces japoneses (Acer palmatum). Se puede encontrar más información sobre esta joya en libro como Guía de Plantación, de Terence Conran y Diarmuid Gavin y en revistas como Gardens Ilustrated o Paisajismo.

domingo, 6 de mayo de 2012

Pasarelas en el bosque

Hace poco unos amigos me contaban que en los jardines de Kew habían construido una serie de plataformas elevadas que te permitían pasear entre las copas de los árboles. Una excelente idea para los convencidos, como un servidor, de que muchas veces los árboles no te dejan ver el bosque. La idea la han aplicado también en bélgica, en el parque natural de Plaines de L'Escaut, en la frontera franco-belga. En un parque de zonas húmedas y bosques de frondosas, han levantado una pasarela metálica que busca ser lo más ligera posible para aumentar hasta el vértigo la sensación de flotar entre árboles crecidos. Las posibilidades pedagógicas y de disfrute de iniciativas así son muy grandes. Un sueño desde que vi en Medicine Man (Los Últimos Días del Edén la llamaron en España) como Sean Connery hacía volar a Lorraine Bracco de árbol en árbol con una tirolina en el dosel amazónico. 
La plataforma de los jardines de Kew se levanta a 18 metros del suelo y se llama Xstrata Treetop Walkway. Ha sido diseñada por la firma de arquitectos Marks Barfield (los mismos de la noria London Eye):
A ras de suelo sus postes se mimetizan con los troncos de los árboles, y algunos no les hacen ascos en las alturas: 
La Promenoir des Cimes belga, diseñada por la firma Arcadus, arranca a una altura de 6 metros y  serpentea colándose entre los árboles hasta los 16 metros de altura:

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