viernes, 25 de abril de 2014

Arañazos en el Cielo

Muchas personas me preguntan de dónde viene el nombre de este blog. Bueno, muchas, muchas, tampoco. No tengo tantas visitas...Algunas personas me preguntan de dónde viene el nombre de este blog. El nombre no es mio, el nombre lo creó mi hija con cuatro años. Al final de la entrada cuento la historia. Perlas como ésta ha habido muchas, y me temo que las voy a olvidar. Así que como este blog nació como una especie de antídoto contra el olvido hoy hago caso a Pepa y Gema, dejo aparcada la jardinería un rato y vamos con un recopilatorio de las mejores (algunas ya han salido por aquí antes)


Un Resumen Desolador

En mis tiempos había EGB, FP, BUP, COU y la Universidad, donde podías estudiar una diplomatura o una carrera superior. Simple. No digo que lo de ahora sea más complicado, pero por alguna especie de limitación cerebral soy incapaz de entender y menos recordar los actuales planes de estudio. Un día trataba de comprender con mi hija de seis años qué le quedaba por delante en el colegio, y algo desesperada por la incapacidad de su padre me respondió con una visión mucho más amplia que la que yo pedía:

-Ay papá, pero si es muy fácil. Primero naces,. Luego vas a la guardería. Luego primero, segundo y tercero de infantil. Después primero, segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto de primaria. Luego el Instituto. Luego la Universidad. Luego el trabajo. Después abuelo sin nada... y te mueres.

Dejando de lado que ese abuelo sin nada para definir la jubilación es brillante, ¿después de escuchar esto no les parece que la vida es un chispazo de mierda?


Cuando el Conocimiento Acaba con la Lógica

-Papá, la profe dice que tengo que estudiar los números ordinales en inglés. ¿Tú sabes qué son los números ordinales?
-Claro hija, es muy fácil, son los que se refieren al orden. Primero, segundo....
-Ah, ah, ah, ah... sí, sí, sí, ya sé, ya sé. Primero, segundo, tercero, cuarto, quinto, sexto... ¿instituto?


Las Cosas por su Nombre

Durante una visita del colegio a un vivero forestal.
-Encargado del Vivero: ¿Alguien sabe cómo se llama esta planta?
-Mi hija de 7 años: ¡LAVANDA!
-Encargado del Vivero: ¿Y sabes para qué sirve?
-Mi hija de 7 años: ¡Para hacer perfume!
-Encargado del Vivero: ¡Muy bien!. ¿Y alguien sabe cómo se llama esta otra?
-Mi hija de 7 años: ¡ROMERO!
-Encargado del Vivero: Bravo. ¿Y sirve para...?
-Mi hija de 7 años: ¡Para cocinar!
-Encargado del Vivero: Oye, muy bien. ¿Y tú como sabes tanto de plantas?
-Mi hija de 7 años: Es que mis padres tienen una Fiiiiinnca.
-Encargado del Vivero: Ah, pues muy bien. ¿Y esto? ¿Sabe alguien que planta es esta que tiene espinas?
-Mi hija de 7 años: ¡TAPACULOS!
.........
-Encargado del Vivero: ¿Pero tus padres dónde tienen esa finca?


Curiosa Figura Paterna

Una noche mis hijas quieren que les contemos un cuento antes de acostarse. Una bonita costumbre que murió el día que un iPad entró por la puerta de casa. Su madre les cuenta un cuento y cuando terminan negocian los de los próximos días.
-El lunes elijo yo el cuento, el martes lo elige Laura... y el miércoles si quieres lo eliges tú, mamá.
-¿Y papá? ¿papá no elige cuento?
.....
-Bueno, vale... pero seguro que elige uno de un niño con un hacha.


¿A nadie se le había ocurrido?

Después de ver la Cenicienta por enésima vez, a mi hija algo le desazona. Al fin lo suelta.
-No entiendo esto del zapato.
-Hija, pues es muy sencillo. Cenicienta perdió un zapato de cristal y el príncipe probó el zapato a todas las doncellas del reino hasta que encontró a la que le valía el zapato.
-Ya. Pero si le llega a valer antes a una fea, menudo disgusto.


El Tamaño Sí Importa

Una gallina parece sufrir una especie de resfriado y a la semana siguiente nos la encontramos muerta. Mi hija de 7 años se pilla un berrinche pero la de 4 asume con mayor entereza el ciclo de la vida. O dicho de otra manera: a la de cuatro se la trae al fresco la gallina. Unos días después, enciendo la tele y nos quedamos embobados mirando la entrañable imagen de un ratoncillo. La idea de que aquello es un documental y los documentales siempre acaban mal llega demasiado tarde a mi cerebro. Cuando acierto a cambiar de canal el ratoncillo ya vuela ensangrentado en las garras de un halcón. Mi hija de 4 años lloriquea, pero la mayor, que algo debe haber aprendido con la gallina le ataca sin piedad:
-Ah, hoy por un ratón sí que lloras, ¿eh?. Pues no vi que llorares el otro día con la gallina y era bastante más grande.


Impresionado

Uno tiene que saber cuando parar. No creo que haya muchas niñas que hayan visitado más viveros que mis hijas. Hago verdaderos esfuerzos por buscar en cada visita un atractivo para ellas. Los viveros en los que venden mascotas son un valor seguro y tengo uno cerca de casa donde tienen un foxterrier al que le encanta jugar con los niños y me ayuda a salir del paso. Pero la verdad es que en en general las niñas se aburren. No me ha quedado otra que asumirlo hace unos días, cuando mi hija de seis años al aterrizar en un vivero nuevo estalló en una avalancha de protestas:
-¡Ooootro vivero!. ¡Siempre viveros!. ¿Pero por qué estás tan impresionado con los árboles?, eh, papá, ¿por qué estas tan impresionado?. Siempre árboles. ¡Estás impresionado!
¿Impresionado?. ¿Estoy impresionado?. Hombre, yo me calificaría de muchas maneras, pero impresionado... Después de una breve charla y un repaso rapidito al vivero, nos fuimos a la carrera, justo más o menos cuando entendí que mi hija aún no sabe cómo se dice obsesionado.


Apuntando Maneras

Mi hija mayor, a sus cinco años, ya muestra un claro interés por la jardinería, arquitectura y economía:
-Mamá, ¿las casas se plantan y crecen o se consiguen con dinero?



Pesaditos


El cuco, además de ser un ave bastante puñetera y sinvergüenza (por decirlo de una manera suave), tiene el nombre en latín que se merece: Cuculus canorus. El sonoro cucú dicho en fino. En primavera no descansan, su potente Cu-Cú resuena en mitad del bosque durante todo el día. Si están muy cerca, pueden llegar a resultar cansinos, al tiempo que discretos, porque en realidad es bastante raro verlos. Me doy cuenta de la paradoja, cuando mi hija de tres años, mientras juega exclama para sí muy enfadada: 
-¡Ya está otra vez ese reloj!



Fe Ciega


Llegamos de madrugada a la parcela después de dos semanas sin pisar por allí. La última vez dejamos  los robles apenas despertando de su larguísimo letargo invernal, y hoy, en la oscuridad de la noche, ya se intuye que lucen su follaje a pleno rendimiento. La luz de la luna creciente no permite hacerte una idea de la magnitud de la explosión, no te prepara para la nube verde que inunda la casa cuando levanto las persianas a la mañana siguiente. Si yo no me había dado cuenta, mucho menos las niñas, que llegaron dormidas. Cuando se levantan, sus caras de asombro hacen que el fin de semana haya merecido la pena. La pequeña (tres años) opta por una descripción realista: 
-¡¡¡Cuántos árboles!!!
La mayor (cinco años) se desliza a través de la fe ciega por su padre hacia el realismo mágico. 
-Papá, ¿lo has hecho tú?


Lógica Aplastante

En el aeropuerto de Reikiavik mis hijas juegan en una de esas zonas preparadas para niños que hay por todas partes en Islandia. La mayor, de vez en cuando se acerca hacia mí para preguntarme por la traducción al inglés de alguna expresión que necesita para gestionar sus derechos sobre algún juguete que le quieren birlar (la repetición de una niña de cinco años de una frase que ya era incomprensible en boca de su padre a otro infante que muy posiblemente tampoco sepa inglés, da los resultados que nos podemos imaginar). Un momento cómico es cuando corre hasta mí y enfadadísima me exige que le diga como se dice en inglés: EHHHHHH!!!!Pero lo mejor viene después en la charla con su madre:
-Mamá, he estado hablando con una niña en inglés.
-¿Ah sí? ¿Y qué le has dicho?
-No sé... no me acuerdo.
-¿Y ella que te ha dicho a ti?
-Yo qué sé mamá, ¿no te digo que hablaba en inglés?


Golpear donde más duele

Mientras mi mujer ordena algo en la habitación yo me dedico a tocar las narices a mi hija de tres años. Enfadada por alguna broma que le he hecho, intenta golpearme y yo la rechazo con la facilidad que da multiplicar por diez su peso. Frustrada y algo rabiosa decide cambiar de estrategia. Así que se acerca a su madre y puño en alto me amenaza: 
-¡A que pego a tu novia!


La Estadística Cuenta

-¿Qué te pasa papá? Tienes mala cara. 
-Es que he dormido algo mal. 
-¿Por qué?
-Porque el abuelo estaba ingresado en el hospital y estaba preocupado por los resultados. Pero no te preocupes, ya se los han dado y está bien.
 -No, no te preocupes tú. Si el abuelo ha pasado por muchas de estas y siempre sobrevive.


Por mí no lo hagas. 

Con 5 años mi hija ha tenido sus primeras clases de religión en el colegio y tiene un lío monumental. Para colmo de males, quiere aclarar su lío consultándome. Como la verdad es que nunca he tenido muy claro el tema religioso decido salir del paso agarrándome al mensaje oficial. 
-¿Y por qué la semana que viene es fiesta?
-(ay, ay, ay, que me lo estoy viendo venir) Es Semana Santa hija.
-Ya, ¿pero por qué es fiesta?
-(Sabía yo... y yo qué sé... bueno venga, vamos...) Pues porque celebramos la muerte de Jesús 
-Pero, ¡cómo vamos a celebrar la muerte de nadie!.
-(Ya te digo, y qué digo yo ahora...) Ya hija, no, es que... es que Jesús murió por salvarnos a todos. ...
-¿Salvarnos de qué?
-(Toma, esta me la sé) De nuestros pecados. ...
-Pues yo no he hecho nada, así que a mí no tiene que salvarme. 
-(Touché) 


No tiene sentido 

Un rato después de la conversación anterior, la niña de cinco años sigue arrinconando a su padre contra las cuerdas. 
-Pero Jesús, ¿ha muerto o no ha muerto?
-Sí hija, murió, pero la Iglesia (yo ya no me mojo más) dice que resucitó. 
-Y si resucitó, ¿ahora dónde está?
-(Por dios, que complicado) Pues no lo sé hija. Dicen que se encarnó en el Espíritu Santo, y ahora está en todas las cosas.
-Ya... pero si sigue vivo, ¿qué hacemos entonces besando el pie a una estatua?
Y así se resume la visión de una niña de cinco años sobre el culto de miles devotos al Cristo de Medinaceli.


Exactitud de las metáforas

Hoy Candela al ver la estela de un avión ha soltado con esa bendita sencillez de los niños una de las metáforas más bonitas que he oído nunca:
-Mira papá, un avión.
-Sí hija.
-¿Y por qué araña el cielo?

Ahí lo tenemos. Arañazos en el cielo

martes, 22 de abril de 2014

Acento Español en la Nueva Ola de Perennes III - Fernando Martos

Releyendo las dos primeras entradas de esta serie de tres, tengo la sensación de que he podido transmitir la idea de que un jardín de vivaces en nuestro clima exige inevitablemente grandes dosis de experimentación y de contención. Lo primero es indudable, porque la jardinería siempre será experimentación. Por mucho que sepamos de plantas, suelo, clima y composición, la jardinería es un arte cuya principal materia prima son seres vivos con un comportamiento teóricamente determinado por el entorno que en la práctica es impredecible hasta la desesperación. El comportamiento de las plantas debería estar determinado por cosas como el clima, el suelo y la exposición solar pero es impredecible por las infinitas combinaciones de estos elementos y de respuestas de las plantas a ellos. Un ejemplo. Este año tengo dos semilleros de tomates. Los dos semilleros los he sembrado con una diferencia de minutos, empleando las mismas semillas y el mismo sustrato. Los he situado en la misma ventana y los he regado exactamente igual. La única diferencia ha consistido en que un caso el soporte son alveolos de plástico y en el otro tiestos de turba. Resultado: las semillas sobre celdas de plástico han germinado una semana antes que las semillas sobre tiestos de turba. Es un ejemplo bastante simple e intrascendente, pero muy representativo como muestra de que factores que de entrada parecen despreciables pueden tener un impacto no tan despreciable. Llevado el ejemplo al altísimo número de elementos y combinaciones a tener en cuenta en un jardín, no es difícil concluir que la jardinería siempre será experimentación. La misma Beth Chatto define su Jardín de Grava, un icono de la jardinería moderna, como un "experimento hortícola". Great Dixter fue el experimento de toda una vida, la de Christopher Lloyd. Y recientemente Tony Spencer, en su blog The New Perennialist contaba como Piet Oudolf les animaba en un workshop sobre diseño de jardines a experimentar, comprobar lo que sucede y actuar cuando sea necesario. Los ejemplos son innumerables, porque en definitiva la jardinería siempre será experimentación y exploración, con enormes dosis de emoción y frustración que hay que saber digerir para no morir de éxito o desilusión.  
Pero respecto al segundo condicionante, la contención en los jardines de vivaces en nuestras mesetas castellanas, ¿es inevitable?, ¿estamos limitados por nuestro clima?, ¿no podemos permitirnos tener jardines de vivaces a la inglesa? Los paisajistas ingleses son la antítesis de la contención, son los maestros del arriate de color y del uso decorativo de las plantas, los magos de los jardines florales y de la aproximación pictórica a la jardinería. Jardines a la inglesa son exuberancia, son color, son cierto afán de coleccionismo, son arriates de combinaciones infinitas capaces de florecer durante meses. Son Gertrude Jekyll, Christopher Lloyd, Beth Chatto y Penelope Hobhouse. Y también Dan Pearson y Tom Stuart Smith. Y Jinny Blom y Sara Price... y Fernando Martos. La diferencia entre Fernando Martos y todos los anteriores es que Fernando no practica la jardinería en los Costwolds sino en sitios como Madrid, Estepa o Guadalajara. Y sí, sus jardines descartan la contención como requisito necesario por estos lares. 
Fernando es un joven paisajista español que después de estudiar en la escuela de jardinería y paisajismo Castillo de Batres amplio su formación trabajando como jardinero en Newby Hall, en Yorkshire. A su vuelta a España, enamorado de los jardines ingleses comenzó a experimentar en un jardín familiar cerca de Estepa, animado por el ejemplo de Beth Chatto y su jardinería con plantas resistentes a la sequía. Cuando se juntan formación, experiencia, pasión y ganas de experimentar los resultados suelen ser excelentes. Si además hay capacidad artística, esa esencia que o la tienes de manera innata o no hay nada que hacer, los resultados son los de Fernando. Cuando conocí las fotos de sus jardines, me provocaron un impacto similar al que sentí cuando vi por primera vez una foto de Mas de las Voltes. Aunque en este caso las fotos removían otras fibras sensibles, las del color, la exuberancia y el diseño floral. Las fibras reservadas al arriate inglés. Con la diferencia de que nunca fotos de un arriate inglés me habían generado esa emoción, la emoción de estar viendo un jardín inglés muy distinto a los jardines ingleses, algo nuevo y excitante. Di muchas vueltas a esas fotos, tratando de recordar cuándo había tenido esa sensación antes, hasta que en un rincón de mi cabeza se encendió un nombre: Torrecchia, de Dan Pearson. No es que encuentre demasiadas similitudes entre el jardín de Pearson y los jardines de Fernando Martos, pero a partir de ahí fue sencillo darme cuenta de cuál era el elemento que me llevaba a mirar una y otra vez esas fotos: la conjunción del diseño inglés con los paisajes castellanos, la superposición de elaboradas composiciones de vivaces sobre un fondo de montes de encinas, plantaciones de secano y cielos desmesurados. Y quizás sea esta misma conjunción, o el saber hacer de su autor lo que me deja algo desubicado, porque al mismo tiempo que digo que me parecen jardines ingleses, a momentos lo que viene a mi cabeza es algo muy distinto a los jardines ingleses, las referencias paisajistas que despiertan en mi se alejan de Inglaterra y cruzan medio mundo hasta llegar a California dejando por el camino el color y la exuberancia para centrarse en la elegancia y la calidez, en los diseños minimalistas y esculturales, en las líneas limpias y los balances geométricos y de color, en los espacios capaces de producir un impacto emocional de la manera más sutil, en los jardines de Ron Lutsko, Bernard Trainor o Andrea Cochran. Pero entonces Miguel a ver si te aclaras, ¿diseño inglés o californiano?. Pues ni lo uno ni lo otro, como en las dos entradas anteriores al fin jardinería española, jardinería que sí, que desde luego que enlaza con los grandes movimientos del paisajismo actual, pero que lo hace con una personalidad propia capaz de entregarnos jardines que nos hacen sentir conectados a nuestro espacio. La nueva ola de vivaces habla ya con acento español, hasta ahora en un susurro que de la mano de estos artistas esperemos que pronto llegue a ser un clamor. 



























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