sábado, 13 de diciembre de 2014

¿Por qué un blog?

Es inevitable, con la llegada de las primeras lluvias que descartan salir al jardín me encuentro un sábado a las 7 de la mañana con cara de abobado pensando a ver qué hago yo hoy todo el santo día. Y así, un año más retomo la lista imposible de libros pendientes, vuelvo a hacer pan y me convenzo de que juego al Hay Day sólo porque a mis hijas les gusta y alguien tiene que poner orden en esa granja. Y haga lo que haga, hay un ruido de fondo que no deja de acompañarme, ese no dejar de darle vueltas a cómo dar forma en este blog a la tontuna de turno que me apetece contar. Pero últimamente me ronda por la cabeza la duda de por qué escribir un blog. Con la melancolía del invierno uno se plantea ciertas cosas y el escribir un blog también se cobra sus víctimas. Soy como todos esclavo del tiempo y una parte no despreciable de este mi bien más preciado se escurre entre estas líneas. Podría dejarlo y dedicarme a leer más (yo antes leía más), a cocinar más (me gustaría cocinar más), a hacer más deporte (debería hacer más deporte) o a jugar al parchís con mis hijas (no, más no, por dios). Pero la realidad es que muchas veces lo que me pide el cuerpo no es ninguna de esas cosas, muchas mañanas de sábado mi afán sigue siendo el seguir descubriendo, estudiando y escribiendo. ¿Por qué? Bueno, habría muchas razones. Desde luego no porque vaya a obtener un bien tangible. Quizás la primera de las razones es la que nos da Mario Vargas Llosa. Al que le gusta escribir escribe porque no le queda otra:
Tal vez el atributo principal de la vocación literaria sea que quien la tiene vive el ejercicio de esa vocación como su mejor recompensa, más, mucho más, que todas las que pudiera alcanzar como consecuencia de sus frutos. Esa es una de las seguridades que tengo, entre muchas incertidumbres sobre la vocación literaria: el escritor siente íntimamente que escribir es lo mejor que le ha pasado y puede pasarle, pues escribir significa para él la mejor manera posible de vivir, con prescindencia de las consecuencias sociales, políticas o económina que pueda lograr mediante lo que escribe - Mario Vargas Llosa, Cartas a un Joven Novelista
Pero aquí Vargas Llosa habla sobre las motivaciones de la escritura en el contexto de la creación literaria de mundos fantásticos, y la escritura de un blog, o mejor dicho la publicación de un blog porque tan importante como sus textos suelen ser sus fotografías, tiene al menos en mi caso, más de investigación, diario o incontinencia verbal que de creación o invención, por lo que habría que buscar argumentos de más peso.
Una razón no desdeñable la encuentro remontándome a mis inicios en este blog. Si empecé a escribir es porque llegado ese punto en el que alcanzas una edad en la que dejas de sentirte inmortal, sientes también la tristeza de lo olvidado. Muchas de mis primeras entradas las etiquetaba como Antídoto contra el Olvido. Y es que un blog es una herramienta inigualable para registrar y guardar lo que en un momento efímero ha sido una motivación, una reflexión o una ilusión. Me genera cierta desazón pensar que si quiero saber algo sobre la historia de la jardinería con una simple búsqueda en internet me podré remontar a los jardines colgantes de Babilonia, pero que si me despisto quizás no sea capaz de recordar con el detalle que me gustaría la historia de mi jardinería sólo dos años atrás. 
Escribo también porque me he dado cuenta de que el acto de escribir me permite profundizar y asentar las ideas de una forma que con la lectura no alcanzo. En su libro autobiográfico The Education of a Gardener, Russell Page cuenta que a la edad de 26 años empezó a dibujar composiciones de jardines, y pasaba horas y horas armado de libros, papel y lápiz tratando de interpretar a través de precisas medidas los sentimientos que esas proporciones y composiciones habían despertado en él. Gracias a ese ejercicio se dio cuenta de lo evanescente y superficial de sus observaciones anteriores. Desde entonces se acostumbró a volcar en dibujos y diagramas distintos objetos con los que se cruzaba en sus proyectos de diseño, y esta disciplina le ayudó no tanto a acumular una documentación formal como a entrenar a su ojo y su mente a analizar y registrar más cuidadosamente. Incluso el momento dedicado a un rudo garabato, le ayudaba a absorber con mayor plenitud los detalles de lo que estaba observando. Pues bien, yo no dibujo pero sí escribo y fotografío, y siento que desde que intento pasar a letras o píxels alguna de las muchas cosas que se cruzan en mi camino, en mí queda un sedimento mucho más estable que el agua turbia de una simple observación o lectura.
Pero no nos engañemos y seamos honestos, hay un último aspecto que no podemos dejar de lado: si escribo, es porque en el fondo de mis valores más generosos y por descontado de los más canallas, tengo la esperanza de que alguien me lea. Ah picarón, entonces es que eres un poco exhibicionista y vanidoso... bueno, igual un poco, pero no creo que sean esos mis peores defectos ni los que justifiquen estas líneas. De hecho durante mucho tiempo escribí con seudónimo. ¿Por qué dejé de escribir con seudónimo? Porque un buen día me di cuenta de que había gente que me leía y estaba interesada en comunicarse conmigo, y un seudónimo puede ser una barrera de entrada, un muro que mucha gente (yo el primero) no le va a apetecer saltar. Y aquí llegamos al quid de la cuestión. Gracias al blog no dejo de descubrir y de aprender. Gracias al blog he conocido a profesionales y aficionados al mundo de la jardinería de lo más interesantes. Gracias a la labor de investigación a la que me empujan las ganas de escribir he descubierto trabajos increíbles. Gracias a la motivación nacida de las ganas de publicar algo que me resultaba especialmente excitante me he atrevido a escribir a profesionales y aficionados que más allá de su excelencia artística se me han mostrado como estupendas personas, y gracias a que alguna de estas entradas ha valido al menos para entretener a alguien tampoco han faltado los que han tomado la iniciativa y se han presentado ellos mismos con el único fin de decirme alguna cosa amable. Y así poco a poco, empujado por las ganas de seguir conociendo y descubriendo, uno sigue escribiendo, y por eso creo que es de justicia que las próximas entradas vayan a tratar sobre mis dos descubrimientos más recientes y motivadores, y sobre la paisajista sin la que a estas alturas aún seguiría escribiendo con seudónimo o directamente no seguiría escribiendo. En  fin, que si nadie lo impide seguiremos escribiendo y en pocas semanas en sus pantallas habituales: 
  • Jaap de Vries - Una obra de arte en Holanda.
  • Arboretum Trojanów- La belleza del este. 
  • Amalia Robredo - La inspiración más valiente.

4 comentarios:

  1. Hace poco tiempo que sigo tu blog desde Buenos Aires, Argentina. Quiero agradecerte por las bellas flores y las no menos bellas palabras que las acompañan.

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    1. Gracias a ti por pasarte por leerlo y encantado. Un saludo desde España.

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  2. He llegado aquí buscando información sobre temas de plantas y paisaje, ha sido una grata sorpresa. Gracias!

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