jueves, 19 de noviembre de 2015

Adiós al otoño

Dirán que este año se termina el 22 de diciembre, pero mis árboles ya se han quedado sin hojas. Y encima parece que este fin de semana llegan las primeras heladas serias y que podemos ver algún copo de nieve. Qué quieren que les diga, yo doy por cerrado el otoño y paso oficialmente al invierno, que ahora como que me apetece más. Ahora a plantar lo que se pueda, a leer y a esperar con paciencia a que llegue abril y la cosa empiece a animarse. 
Quercus palustris rodeado de Quercus pyrenaica.
Ribes aureum
Sorbus torminalis
Acer ginnala
Prunus yedoensis
Acer palmatum
Acer palmatum
Liquidambar styraciflua
Aronia sp. 
Cornus officinalis
Amelanchier sp. 
Acer palmatum
Populus tremuloides
Rhus typhina Dissecta
Rhus glabra

viernes, 30 de octubre de 2015

El marrón también es un color... pero a partir del otoño

La última edición de la revista Verde es Vida incluye un artículo dedicado a los setos que arranca con la siguiente cita de Jacques Wirtz: "Un jardín que no es bello en invierno, no es un bello jardín". La cita hace referencia a la necesidad de que todo jardín cuente con una estructura que lo articule y le dé contenido más allá de sus elementos más decorativos, porque estos elementos casi siempre serán plantas cuyas flores y hojas serán barridos por el invierno y dejarán la arquitectura del jardín algo desnuda. Si queremos generar estructura que cubra las vergüenzas invernales de nuestro jardín, los setos pueden ser una excelente herramienta como tan bien demostró el maestro belga. Este hecho que es importante en cualquier tipo de jardín, lo es aún más en jardines de estilo naturalista en los que predominen las vivaces y las gramíneas. La parte aérea de estas plantas puede llegar a desaparecer por completo en invierno, por lo que aunque es fácil lograr resultados impactantes con ellas en primavera y verano, si no cuentas con los elementos estructurales que señalábamos corres el riesgo de tener algo más parecido a un erial que a un jardín durante unos cuantos meses del año. 
Cuando hablamos de elementos estructurales es fácil que la cabeza se nos vaya rápidamente hacia muros, borduras, caminos o enormes setos a los Jacques Wirtz, pero no tiene por qué ser así o al menos exclusivamente así. De hecho los grandes paisajistas que actualmente apuestan por un estilo naturalista en sus jardines, aunque no renuncian al empleo de estos elementos clásicos que en ocasiones pueden ser imprescindibles, a menudo confían el núcleo de sus diseños a otros factores algo más etéreos. La mayor aportación de los nuevos jardines naturalistas, eso que algunos llaman la Nueva Ola de Vivaces, más allá de sus encantos estéticos, es que han supuesto una revolución en muchos de los principios que soportaban la jardinería. Para empezar estos jardines nacen del deseo de lograr una atmósfera capaz de traer a nuestra imaginación sentimientos atávicos. No quieren enseñarnos la naturaleza, quieren despertar en nosotros el sentimiento de estar en la naturaleza, agitar la nostalgia de una naturaleza que sentimos perdida. Y parece que a nosotros, homínidos recién lanzados a la sabana desde los árboles, nada nos despierta tanto esas sensaciones como una buena pradera de hierbas y flores. Así que larga vida a las vivaces. Y así, el nuevo estilo ha dejado de lado la búsqueda del paraíso de los jardines amurallados de la antigüedad, el simbolismo oriental, la imitación de la Arcadia del jardín paisajista inglés, el antropocentrismo versallesco o el colorismo del macizo ornamental inglés para lanzarse a la búsqueda de algo más natural a nuestros ojos que la propia naturaleza. En esa búsqueda, autores como Piet Oudolf y otros que han seguido sus pasos, han aprendido a conocer y emplear las vivaces de flor y las gramíneas con una maestría que les permite obtener de ellas resultados espectaculares. 
Más allá de la estética y del poder evocador de sus jardines, encuentro que uno de los legados más importantes de los jardines de Oudolf reside en las cualidades temporales que un uso magistral de las vivaces otorga a sus jardines. Los tiempos de estos jardines son una auténtica revolución. Para empezar el tiempo de implantación es apto para impacientes. En su primera temporada un jardín de vivaces puede entregar resultados espectaculares y en tres años puede haber alcanzado algo parecido a la madurez. Créanme que entre tener un macizo de Miscanthus o tener un seto a lo Jacques Wirtz, puede haber una diferencia de muchos, muchos años. Podríamos decir que un jardín con anuales sería aún más rápido, pero ahí respondemos con el segundo factor temporal que distancia a estos jardines de otras aproximaciones con herbáceas ornamentales: el tiempo de vida de las plantaciones. Empleando vivaces capaces de ser persistentes o de reproducirse de manera espontánea en nuestro clima y suelo, es viable que un diseño adecuado nos aporte una relación tiempo de persistencia partido por coste de mantenimiento inmejorable. 
Y aún nos queda un tercer factor temporal que enlaza con las necesidades estructurales que palíen las carencias decorativas de las que hablábamos al principio: la evolución estacional del jardín. En primer lugar estos jardines pueden reducir en mucho esas carencias decorativas porque una selección adecuada de plantas te puede llevar a disponer de una plantación en la que los picos de floración de distintas especies se sucedan durante casi ocho meses. Es paradójico que esto puede ser así en parte porque sus diseñadores han optado por reducir la importancia de la decoración e incluso de la estructura en los jardines y se han desplazado hacia la composición y evolución de ecosistemas capaces de despertar una respuesta emocional muy concreta. Podríamos decir que abandonan la visión pictórica del jardín y se van a algo más parecido al teatro, o que sus jardines en lugar de una estructura arquitectónica persiguen una estructura narrativa con su introducción, nudo y desenlace. Y así, sus composiciones dejan en un segundo plano el color y se concentran en que todo el ciclo natural de las plantas encaje en un objetivo final de diseño. Las plantas brotan, florecen, decaen y mueren, y en cada una de estas fases aportan unos atributos estéticos distintos gracias a su estructura, textura y color en ese momento concreto. Es el solape y la alternancia de estas fases y atributos de muy diversas especies lo que genera el resultado final. Y aquí quizás llegamos a uno de los más innovadores atributos de la obra de Oudolf: su capacidad para hacernos percibir la belleza de las herbáceas incluso en sus fases de decadencia y muerte. Si las plantas de nuestro jardín dejan en su reposo invernal un bonito cadáver, ya tendremos cubierta gran parte de la belleza invernal que nos asegure tener un bello jardín. Pero para ello debemos ser capaces de percibir la belleza en algo que hasta no hace tanto nadie consideraba ni remotamente bonito. La defensa de Piet Oudolf de esta belleza de las plantas muertas se resume en su "Brown is also a color". 
Pues bien, a lo largo de este verano, he tenido algo así como una crisis de fe, en la que he sido incapaz de creer en las bondades del marrón. La larga sequía de este verano y mi contención en el riego han castigado con saña mi primera plantación de vivaces. Viendo el final de verano bastante mustio de esta plantación, he vuelto a estudiar con interés distintas aproximaciones a jardines de bajo riego en climas como el mío. Y he podido ver los resultados de un par de ellos. Lo más benévolo que puedo decir es que en el mes de septiembre había mucho marrón y mucho gris. Muchísimo. Demasiado como para que yo fuera capaz de percibir ningún tipo de encanto en ellos. Ya desesperaba y renegaba escéptico del marrón es un color, cuando en las últimas semanas he visto cómo delante de mis ojos se desarrollaba un proceso perceptivo muy curioso. En dónde antes veía una plantación moribunda, empecé a ver una composición de un colorido, estructura y textura que qué quieren que les diga, perdonen la inmodestia porque lo he plantado yo, pero me resultaba espectacular. Así que está claro que la percepción de la belleza es algo muy personal y que para mí el marrón es un color, sí, pero a partir del otoño. Porque esos tonos ocre que ahora asocio a un jardín en descanso, hace un mes me sugerían un jardín en agonía. Me gustaría que no fuese así porque me quitaría de la cabeza todas las preocupaciones del riego, pero creo que no voy a ser capaz, y que voy a tener que seguir trabajando en incorporar nuevos actores a mi pequeña obra de teatro. Actores que actúen al final del verano con el dramatismo suficiente como para distraer mi atención de todos los que mueren a su alrededor. Pero bueno, eso será más adelante. Ahora estamos en otoño y me puedo permitir disfrutar de todas la tonalidades de marrón de mi jardín.











sábado, 12 de septiembre de 2015

Jardín de Vivaces Versión 2

Mi mujer, que sabe hurgar donde más duele, me decía el otro día que es sorprendente mi resistencia al desaliento dada la lista de fracasos que arrastro. Quiero entender que se refería únicamente a la jardinería. Tiene razón, qué le vamos a hacer, no me canso de alimentar a la fauna local y plantar cosas que se mueren. Yo que soy de natural negativo he elegido ser positivo en esto. Por una razón de lo más simple: los éxitos, por ínfimos que sean, lo compensan todo. Este año he plantado 27 variedades de tomates (sí, además de positivo debo ser algo así como un friki-hortícola) y la mayoría han salido muy normalitos. Hay algunos que no sé a qué saben porque los ratones no se dignan dejarme una nota después de sus catas. Pero uno de ellos, un tal Green Giant, ha hecho que el esfuerzo merezca la pena. Ese sabor a tomate de toda la vida lo he encontrado al fin en el Green Giant. Así que muy posiblemente el año que viene sean más de 27. Y posiblemente el Green Giant no dé o un solo tomate los que dé no sepan a nada. De la misma manera que los dos años anteriores los tomates de tipo pera nos salían por las orejas y este año ni los hemos visto. Hay cierta ciencia en esto, claro que sí, y la experiencia y el trabajo te dan unas bases de éxito, pero la naturaleza es muy puñetera y nunca sabes las zancadillas que te va a poner. ¿Así que para qué vas a desesperarte o desanimarte en semejante aleatoriedad? Lo que hay que hacer es seguir jugando y esperar que, cómo diría Borges, los astros te sean favorables y puedas disfrutar de la magia de uno de esos momentos Green Giant.  
Como no podía ser de otra manera, estoy empezando a comprobar que la lección también aplica a los jardines con vivaces. El que plantamos el año pasado ha tenido una primavera esplendorosa y un final de verano bastante mustio. Una selección de especies mejorable, una larga sequía y unos cuantos conejos que de gordos que están creo que podría alcanzar a la carrera, nos han llevado hasta donde estamos. Nosotros también hemos puesto nuestro grano de arena en el desastre. Algunas podas encaminadas a estimular una segunda floración, digamos que no han funcionado como esperábamos. Así que mientras llega el otoño y nos planteamos hacer alguna mejora, esperamos que llegue la floración de los Miscanthus sinensis y Muhlenbergia capillaris a ver si salvamos la cara. Podría desesperarme al ver tantas Echinaceas y Rudbeckias derrotadas, o con las Kalimeris devoradas por los conejos, o por la pinta chusca de los Echinops tras la plaga de pulgón, o por no haber plantado en su momento más Stipas. Pero hasta que lleguen las lluvias y pueda replantearme está plantación, prefiero girarme y mirar a mi nuevo jardín. Este, para el que en principio no daba el canto de un duro porque no lo pude plantar hasta principios del verano, porque las plantas empleadas (en su mayoría conseguidas por mi desde semilla) eran muy pequeñas y porque ha sufrido los mismos ataques que su hermano mayor, luce una lozanía que te alegra el alma. Y eso que muchas de las especies empleadas aún no han llegado a florecer.  Esperemos haber dado con alguna de las claves y que el año que viene no nos dé muchas razones para desesperarnos. Pero si no es así, seguiremos intentándolo. 
Después de meses dándole vueltas a muchísimas cuestiones relacionadas con el aspecto, la biología, el  color, la textura, la repetición, la proporción, el balance y un largo etcétera, temí terminar como un Alonso Quijano de la jardinería. Así que al final opté por pasarme al arte de vanguardia y dejar que mis sentimientos, la naturaleza y mi subconsciente se expresasen con total libertad. Vamos, entre nosotros y sin que salga de aquí, que una vez con las plantas sobre el terreno las combiné lo mejor que pude y como dios me dio a entender. Aunque sí que he seguido algunos principios sencillos: 
-Empleo de bloques de una única especie (habitualmente de 5, 7 u 11 plantas) repetidos a lo largo del jardín. 
-Uso de elementos individuales o en bloques de 3 desperdigados de manera más o menos aleatoria entre los bloques mayores para crear acento. 
-Uso de una proporción de gramíneas cercana al 50%
-Uso de arbustos y árboles que me ayuden a vertebrar el jardín y generen una transición más o menos ordenada con el bosque nativo. 
-Empleo de plantas que al menos sobre el papel deberían tener cierta tolerancia a la sequía de nuestro clima. 
Habrá que esperar al año que viene para ver los resultados de esta enorme cantidad de trabajo que me ha tenido esclavizado desde febrero hasta julio, pero el jardín empieza a mostrar alguna cara amable. No esperen ver muchas de ellas en las siguientes fotos porque aún no han florecido y están bastante escondidas, pero créanme que en este batiburrillo de verdor medran la siguientes especies (con * los conseguidos por mi desde semilla): 

Bosque Nativo
  • Quercus pyrenaica
  • Quercus ilex
Árboles y Arbustos estructurales
  • Acer monspessulanum
  • Buddleja davidii
  • Cedrus atlantica Glauca
  • Cercis siliquastrum
  • Cotinus coggygria
  • Lonicera japonica
  • Olea europaea
  • Philadelphus coronarius
  • Prunus armeniaca
  • Prunus domestica 
  • Ptelea trifoliata
  • Rhus glabra Laciniata
  • Rhus typhina Dissecta
  • Spiraea japonica Little Princess
  • Syringa chinensis
  • Tamarix gallica
Gramíneas
  • Achnatherum calamagrostis (*)
  • Ampelodesmus mauritanicus (*)
  • Calamagrostis x acutiflora Karl Foerster
  • Cortaderia selloana
  • Lygeum spartum
  • Melinis nerviglumis (*)
  • Miscanthus sinensis Early Hybrids (*)
  • Miscanthus sinensis New Hybdrids (*)
  • Muhlenbergia capillaris (*)
  • Muhlenbergia lindheimeri (*)
  • Muhlenbergia reverchonii (*)
  • Panicum virgatum Shenandoa
  • Pennisetum alopecuroides (*)
  • Pennisetum villosum
  • Sporobolus heterolepis (*)
  • Stipa lessingiana (*)
  • Stipa tenuissima Pony Tails (*)
Vivaces y arbustos
  • Acanthus mollis (*)
  • Achillea filipendulina Parkets Varietat (*)
  • Baptisia australis (*)
  • Centranthus ruber coccineus (*)
  • Chrysanthemum x superbum Alaska (*)
  • Cynara cardunculus (*)
  • Cynara scolymus (*)
  • Echinacea purpurea Magnus (*)
  • Echinops banaticus Blue Glow (*)
  • Eryngium planum Blaukappe (*)
  • Gaura lindheimeri Summer Breeze (*)
  • Helichrysum italicum
  • Hyssopus officinalis (*)
  • Kalimeris incisa (*)
  • Nepeta racemosa Select (*)
  • Papaver orientale Beauty of Livermere (*)
  • Perovskia atriplifolia Blue Sky
  • Phlomis russeliana (*)
  • Ratibida columnifera (*)
  • Salvia nemorosa Caradonna
  • Salvia nemorosa Snow Hill
  • Salvia nemorosa Violet Queen (*)
  • Salvia x splendes superba Adora Blue (*)
  • Salvia gregii
  • Salvia microphylla
  • Santolina chamaecyparissus
  • Santolina rosmarinifolia
  • Sedum telephium Herbstfreude
  • Stachys byzantina (*)
  • Verbascum bombyciferum (*)
  • Verbascus thapsus (*)
Pennisetum alopecuroides, Gaura lindheimeri y Salvia nemorosa. Las hojas de la esquina superior derecha son de un calabacin que nadie ha plantado ahí.
Verbascum bombyciferum y Ratibida columnifera
Pennisetum alopecuroides y Achillea filipendulina. Esta última muy castigada por los conejos
Pennisetum alopecuroides y Gaura lindheimeri
Salvia microphylla y Sedum telephium
Salvia x superba Adora Blue
Rhus glabra laciniata, Miscanthus sinensis
Ratibida columnifera
Panicum virgatum Shenandoa, Pennisetum alopecuroides, Salvia nemorosa, Achillea filipendulina, Cynara cardunculus, Perovskia atriplifolia
Miscanthus sinensys Early Hybrids, Verbascum thapsus, Ratibida columnifera, Perovskia atriplifolia
Pennisetum villosum, Pennisetum alopecuroides, Kalamagrostis x acutiflora Karl Foerster, Salvia greegi
Perovskia atriplifolia, Sporobolus heterollepis
Pennisetum alopecuroides, Echinacea purpurea Magnus, Stipa lessingniana, Salvia nemorosa
Pennisetum alopecuroides, Perovskia atriplifolia, Cynara cardunculus, Panicum virgatum Shenandoa
Salvia microphylla, Achillea fillipendulina, Pennisetum alopecuroides
Pennisetum alopecuroides, Perovskia atriplifolia, Salvia nemorosa
Pennisetum villosum, Centrathus ruber
Salvia microphylla
Ratibida columnifera, Perovskia atriplifolia, Miscanthus sinensis
Salvia gregii
Pennisetum alopecuroides, Salvia nemorosa, Achillea fillipendulina, Stipa lessingniana
Pennisetum alopecuroides, Echinacea purpurea Magnus, Stipa lessingniana, Salvia nemorosa
Salvia nemorosa, Pennisetum alopecuroides, Gaura lindheimeri
Salvia nemorosa, Pennisetum alopecuroides, Gaura lindheimeri

viernes, 10 de julio de 2015

Jardines exuberantes de bajo riego

En el último ejemplar de la revista Verde es Vida aparece una entrevista a Piet Oudolf en la que afirma estar estudiando con los responsables del Real Jardín Botánico de Madrid la posibilidad de realizar una de sus plantaciones en nuestro céntrico jardín. Dejando de lado mi deseo infinito de que el proyecto salga adelante, las dos semanas de ola de calor con temperaturas de hasta 40 grados que llevamos animan a hacerse la siguiente pregunta: ¿tiene sentido plantearse un jardín con la exuberancia y riqueza estacional de los de Oudolf en un clima tórrido como el nuestro? Mi respuesta es un sí rotundo, pero por si no se fían de mí, el mismo ejemplar de la revista incluye otro artículo que apoya de una manera sincera y empírica mi optimismo: "Jardines exuberantes... de bajo riego".  El artículo de Elita Acosta, directora editorial de la revista, es una excelente síntesis de opiniones muy fundamentadas sobre jardines de bajo riego que la autora ha seleccionado de sus conversaciones con Miguel Urquijo y Fernando Martos. Con ellas la autora busca responder a la pregunta con la que arranca su artículo "¿Se puede conseguir un jardín frondoso, lleno de verdor y dinamismo, con un bajo consumo de agua?". O enlazando con la pregunta que me hacía yo al comienzo de la entrada podríamos decir, ¿se puede conseguir un jardín a lo Piet Oudolf en un clima como el nuestro?. Fernando y Miguel son dos de las personas más capacitadas para dar respuesta a esta pregunta por la colección de jardines exuberantes de bajo riego que acumulan sus curriculums. Y su trabajo es la mejor prueba de que se puede responder afirmativamente a estas preguntas y que un jardín de vivaces de estilo naturalista es posible en nuestro clima. Algo que dicho sea de paso, ya dije en estas entradas: sobre Planta Paisajista, sobre Urquijo-Kastner y sobre Fernando Martos.
Al título del artículo en cuestión "Jardines exuberantes... de bajo riego", no le sobra ni un adjetivo ni un punto suspensivo. Creo como los protagonistas del artículo que podemos tener jardines ricos en colores, texturas y formas, y creo que estos deberán ser de bajo riego. En primer lugar porque el consumo de agua en nuestro clima es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos, y en segundo lugar porque posiblemente si no son de bajo riego, tampoco serán exuberantes. Un jardín sin riego en nuestro clima no tendrá la riqueza y la duración estacional a la que nos referimos aquí. Y si el jardín tiene mucho riego, posiblemente sea una indicación de que estamos haciendo algo mal: o estamos regando en demasía especies que no lo necesitan, o hemos seleccionado especies con altas exigencias de agua  que muy posiblemente van a sufrir mil y un problemas bajo nuestro espléndido sol por mucho que las reguemos. Hay excepciones, claro está, porque no faltan las especies de ribera adaptadas a suelos encharcados en nuestro clima, pero hasta ellas son una mala apuesta que sucumbirán con el primer incidente que sufra nuestro sistema de riego.
Y quizás en este punto sea bueno explicar qué entendemos por bajo riego, que en esencia quizás fuese más exacto definir como infrecuente riego. Es decir, con bajo riego nos referimos a riegos profundos y espaciados en el tiempo. Un ejemplo claro nos lo da Miguel Urquijo al señalar que se ha propuesto conseguir que su jardín particular en los alrededores de Madrid sólo necesite ser regado siete u ocho veces al año. Siete u ocho veces al año son una cantidad ridícula en comparación con los riegos que suelen ser habituales en nuestros jardines. Más ridícula aún si tenemos en cuenta que ese jardín sin duda tendrá la exuberancia y riqueza a la que nos tiene acostumbrados Miguel. En España no estamos muy acostumbrados a este tipo de jardines. Quizás algo más en la cornisa cantábrica y toda la costa mediterránea, pero en el centro de España, en las mesetas donde impera eso que ahora llaman clima mediterráneo continentalizado, que no es otra cosa que un largo y seco verano y un invierno en el que no faltan las heladas, los jardines solían ser algo más monocromáticos. Es a esta España continental a la que debe referirse Fernando Martos al señalar en el artículo que cuando empezó a trabajar como paisajista se hablaba del jardín inglés como un ideal inalcanzable en España. Es así. En el libro Jardines Secretos de España de Eduardo Mencos aparece Las Navas, un jardín cercano a Toledo diseñado por Arabella Lennox-Boyd y por sus propietarias. En el libro se cuenta la anécdota de que cuando la diseñadora visitó por primera vez el terreno donde se levantaría el jardín, lo hizo en el mes de febrero y se encontró a su alrededor un paisaje tan desolado que su primer comentario fue un desalentador "aquí no crecerá nada". Aún así hizo su diseño, y sí el jardín existe es porque la ilusión de las propietarias no se dejó vencer por el escepticismo que despertó en Arabella nuestro clima. Las Navas es un caso de éxito, pero no uno de los que nos ocupa, porque aquí estamos hablando de Jardines que conceptual y estéticamente puedan ser englobados en la Nueva Ola de Vivaces. Los casos de éxito en este caso han venido de la mano de estudios como Miguel Urquijo y Renate Kastner, Fernando Martos o Planta Paisajista. Todos ellos han conseguido jardines exuberantes... de bajo riego. ¿Cómo? Bueno, pues yo creo que los principios básicos están bastante claros: 
1- Seleccionar las plantas adecuadas. Es importante elegir plantas adaptadas a la estructura y ph de nuestro suelo, pero más aún elegir plantas adaptadas a nuestros niveles de sequía y temperaturas mínimas. Y la lista de plantas no será corta. A mí me han resultado muy valiosas las siguientes referencias para encontrar plantas resistentes al frío y la sequía:
  • Beth's Chatto Gravel Garden, de Beth Chatto
  • El Jardín Sin Riego, de Olivier Filippi
  • Waterwise Plants for Sustainable Gardens: 200 Drought-Tolerant Choices for all Climates, de Scott Odgen y Lauren Springer Odgen
  • El buscador del Missouri Botanical Garden
  • El buscador de Viveros Carex
2- Preparar muy bien el terreno. Hay que cavar en profundidad, esto es primordial para que la estructura del terreno deje penetrar con facilidad a las raíces y para aumentar su capacidad de retención de la humedad. Y no conviene ser tacaño con los añadidos de compost o estiercol que mejoren la estructura del terreno hasta donde nos sea posible. Ya si nos podemos permitir cubrir el terreno con una capa de mulching, es de nota. 
3-Hay que regar. Y regar bien. Una vez cada 7 o 10 días un riego que empape la tierra en condiciones. No nos dejemos engañar por toda la publicidad de plantas y jardines sin riego que ahora existen. Un jardín sin riego es posible, pero muy posiblemente será un jardín que, dicho de manera algo piadosa, responderá a otros criterios de belleza. Yo tengo un macizo de lavanda sin riego y estoy a punto de pasar a tener un macizo de lavanda de bajo riego, porque ha llegado un momento que ni con toda la bondad del mundo llego a percibir la belleza en el raquitismo y sufrimiento de esas pobres plantas. En palabras de Fernando "se pueden hacer jardines con menos o sin riego, pero serían más grises". O como indica Miguel se puede seguir el modelo de los xerojardines californianos con crasas y aloes, pero no nos olvidemos de que aquí el invierno pega fuerte y las crasas y aloes pueden terminar hechas fosfatina. Y en cualquier caso no serían jardines precisamente exuberantes. Beth Chatto asegura que nunca ha regado su jardín, pero su jardín es un experimento y está en Gran Bretaña. Cierto que en la parte más seca de Gran Bretaña, pero si leen su libro podrán comprobar que habla de tremendos calores de 30 grados y lluvias refrescantes en agosto. Ja. Jugamos en ligas distintas, nuestra sequía es de primera división. Olivier Filippi nos enseña cómo debemos regar e insiste mucho en que estos riegos son imprescindibles los primeros años. Pero luego asegura que cuando las plantas han enraizado podemos dejar de regar. Bien, Provenza no es Inglaterra pero tampoco es Castilla. Como bien señala Fernando la humedad ambiental que trae el océano ayuda muchísimo. Esa misma humedad es la que debe ayudar a Heidi Gildemeister a no regar su jardín en Mallorca tal y como asegura en sus libros. Aunque a este respecto también hay que decir que las plantas empleadas por Filippi y Gildemeister, al menos hasta donde yo conozco, son plantas que presentan un pico a finales de primavera y principios de verano, y un resto del año en el que conservan la estructura pero ya no serán tan espectaculares. Los jardines de Piet Oudolf o de Fernando Martos, tienen picos de floración a lo largo de toda la primavera, verano y hasta bien entrado el otoño. Planten una lavanda y una Salvia nemorosa y comparen.  Y en confianza, les diré que en algunas fotos del libro de Heidi Gildemeister se ven claramente las tuberías de riego por goteo, así que no se corten y rieguen bien. 
Para acabar les dejo con unas fotos de la semana pasada de mi jardín. A estas alturas del año lleva 5 riegos. Calculo que a finales de septiembre me iré a unos 15 o 20 riegos. Son muchos más que los que se ha marcado como objetivo Miguel Urquijo pero teniendo en cuenta que es un jardín en su segundo año y que hemos tenido una primavera extremadamente seca, creo que la cosa es para felicitarse. Y tampoco nos olvidemos que esto no va de cosas como gastar poca agua o ser amigo de las abejas, esos son regalos que podemos conseguir con un buen diseño y gestión de nuestros jardines, pero la esencia de la jardinería es otra, la esencia de la jardinería es lograr algo estéticamente bello, algo que nos permita evadirnos, que despierte sentimientos. Así que conociendo a Miguel Urquijo estoy seguro de que su objetivo de 8 o 10 riegos pasará a segundo plano si considera que pone en riesgo la belleza de su jardín. Y tiene margen para hacerlo sin remordimientos, qué narices. Y si no se lo parece prueben a contar las veces que vean de ahora en adelante funcionando los aspersores en cualquier jardín que tengan a mano, que muy probablemente tendrá sus buenas praderas de césped y algún arriate de petunias. Cuenten, cuenten. Verán qué pronto nos adelantan.  




















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