jueves, 25 de agosto de 2016

Seis cosas con las que luchar en un jardín

Me sugerían en un comentario de la anterior entrada que escribiese algo sobre los aspectos más operativos del jardín. Menos inspiración y más arcilla y malas hierbas. La entrada me la ha puesto en bandeja la edición del mes de Julio de la revista Gardens Illustrated en la que aparece un estupendo reportaje sobre un jardín en Guadalajara de Fernando Martos. No puedo evitar arrancar la entrada con una de las fotos de Claire Takacs que aparece en el artículo.
Jardín de Fernando Martos en Guadalajara. Foto de Claire Takacs
El hecho de que un autor y un jardín español salga en esta revista es síntoma de que en España también se están haciendo cosas muy interesantes. Y es muestra de que la jardinería de estilo naturalista tan en boga en países con climas más amables también es posible en el nuestro. Lo cual no es algo obvio, porque como bien señala Noel Kingsbury al comienzo del artículo, el clima del centro de España no es el más acogedor para el desarrollo de la jardinería. Nos movemos entre rigores invernales nada despreciables y la larga y tórrida sequía de los meses veraniegos. Quién tenga dudas que se de un paseo estos días por Madrid a eso de las cuatro de la tarde y verá a lo que me refiero. En el artículo Fernando comenta que lo que busca en sus jardines es alcanzar ese aspecto natural que incluye movimiento y cambios estacionales tan típico en los jardines ingleses, con plantas adaptadas a nuestro hostil clima. El artículo incluye una serie de indicaciones interesantes para quienes se pregunten cómo conseguir un jardín así en nuestros clima. Estoy de acuerdo con todas ellas y me voy a permitir ampliarlas con la experiencia de un servidor que lleva unos cuantos años matándose contra el secarral. Así que ahí va mi particular lista de los jinetes del apocalipsis:

El Suelo 

Si tuviera que elegir mi mayor enemigo, ese es sin duda la arcilla que tengo por suelo. Un terreno pastoso y pegajoso en invierno y duro como una roca en verano. Gasto una media de tres pares de guantes al año pegándome con este suelo. Un día en el que enseñaba a Miguel Urquijo el terreno en el que quería hacer mi primera plantación de vivaces me recomendó que lo cavase con una retroexcavadora si quería conseguir algo en semejante losa. Desde que le hice caso he empezado a tener resultados. Lo de la retroexcavadora es opcional claro, allá cada uno con sus fuerzas, pero en estos suelos, y en otros como los yesosos, calcáreos y pedregosos de nuestras mesetas, es fundamental hacer una labor en profundidad del terreno. Este cavado en profundidad es esencial para que las plantas puedan enraizar y mejorará la capacidad de expulsar el exceso de agua en invierno y de retener la humedad en verano. Y cuando digo una labor en profundidad es en profundidad de verdad. Una pasada de una motoazada no vale. Hablamos de remover en suelo hasta los 40 o 50 cm de profundidad. Añadir materia orgánica, una buena capa de mantillo, también ayuda mucho. El Gardens Illustrated nos dice que no abonemos nuestras plantas, pero no hagan mucho caso, a los anglosajones les preocupa mucho el exceso de fertilidad de sus suelos. Algunos hasta eliminan la capa más fértil para hacer un prado donde no crezcan demasiado las hierbas. Bueno, me temo que ese no es nuestro problema. En este tipo de suelos mucho cuidado también con el tamaño de lo que se planta. La experiencia me ha enseñado que las plantas que hayan crecido durante mucho tiempo en macetas, especialmente aquellas que ya tengan la raíz espirilizada, están condenadas a morir. Así que hay que elegir muy bien lo que se compra en los viveros. Por otro lado y para mi desgracia muchas plantas especialmente adaptadas a la sequía son amigas de suelos que drenen como un colador, por lo que un invierno húmedo en terreno arcilloso puede dar al traste con muchas de ellas, como la experiencia del invierno pasado me ha demostrado.  
Preparando el terreno en Octubre del 2015 para una nueva plantación


El Frío 

Esta es fácil: no queda otra que elegir plantas capaces de resistir el límite inferior de temperatura de tu zona. En mi caso dada la altitud llegamos a tener temperaturas de hasta -18º, así que elijo especies capaces de aguantar semejante frío. Hay muchas referencias en internet dónde encontrar la resistencia al frío de una determinada especie. A mi me resulta especialmente interesante la información que Olvier Filippi publica en su web y en sus libros donde aporta datos sobre resistencia a la sequía y al frío de muchas especies. Por otro lado nunca está de más experimentar. Si me fiase de los libros los olivos no deberían soportar el frío de mi terreno, pero tengo alguno plantado desde hace unos años y han soportado heladas durísimas sin problemas. ¿Esto quiere decir que los libros no tienen razón? Puede que sí y puede que no, no descarto que cualquier día se me mueran todos, pero qué leches, si nos ajustamos siempre al manual de instrucciones esto sería aburridísimo. 


La Sequía

La más famosa, sin duda. En el centro de España tenemos entre tres y cuatro meses de sequía, así que tenemos dos opciones: o regar mucho o plantar especies adaptadas a un bajo consumo de agua. Lo de regar mucho no parece una buena opción, porque aparte de que el agua es un bien escaso siempre habrá una avería en tus sistemas de riego esperando malévola a tirar por tierra tus esfuerzos de años. Uno puede darse tus caprichos y plantar alguna zona del jardín (o todo él si no es muy grande) con plantas más exigentes con la humedad, pero en general es recomendable que un porcentaje importante de plantas estén adaptadas a nuestros largos períodos de sequía. Por lo que pueda pasar.  Y aún así, si queremos que las plantas se desarrollen y luzcan bien, porque una cosa es conseguir que las plantas sobrevivan y otra conseguir que su aspecto sea atractivo, será necesario regar, al menos los primeros años hasta que las plantas hayan enraizado. Los riegos conviene que sean espaciados y profundos. El riego por goteo es una buena alternativa, su instalación puede ser trabajosa pero compensa con creces la comodidad que te aporta en el futuro. Es importante tratar de disimular las tuberías del riego por goteo que son horrorosas (uno de los temas pendientes en mi jardín) y tener mucho cuidado de evitar el error frecuente asociado al riego por goteo: por algún motivo mucha gente asocia el riego por goteo a regar un poquito todos los días. No tiene porque ser así, claro. De hecho no debe ser así. Hay que permitir que el agua penetre hasta donde queremos que lo hagan las raíces. El laboreo en profundidad del suelo, la incorporación de mantillo y la cubierta de la superficie con un acolchado ayudan mucho también. Yo no me he atrevido a usar grava como acolchado porque tengo la sensación (puede que equivocada) de que la grava mezclada con mi arcilla va a dar lugar a una especie de poderoso hormigón. Pero sí he probado con la corteza de pino y restos de poda y la diferencia es sustancial. También es muy útil el laboreo en superficie, romper la costra superficial del terreno. Mucha gente cree que al cavar el suelo se airea y se seca más. Pero la realidad es que con este laboreo en superficie se rompe gran parte de la pérdida de humedad por capilaridad, evitamos que la humedad de las profundidades se vaya al cielo trepando por un suelo compactado. En mi zona hay un hombre que cultiva tomates sin riego, y sus claves son estas dos: laboreo inicial en profundidad y laboreo frecuente en superficie cada vez que la lluvia ha compactado la superficie del terreno. Las plantaciones de las siguientes fotos realizadas hace dos años han sido regadas este verano una media de una vez cada diez días en ausencia prácticamente total de lluvias desde mediados de Junio, por lo que por mi parte doy por probado que una buena selección de especies puede aportar muy buenos resultados.






Las Malas Hierbas

Hay distintas acepciones de lo que puede ser una mala hierba. Una es cualquier planta que crezca en un sitio inadecuado. Para muestra las plantas de pimiento que este año me han germinado solas en medio de una plantación de Stachys, Phlomis y Sedum y que arranqué recientemente porque ahí no pintaban nada. Otra forma de verlo es decir que malas hierbas son todas aquellas plantas capaces de competir con éxito contra las plantas cultivadas. Ese es más mi caso. En mi parcela el elemento más diferenciador y valioso y la peor mala hierba son la misma cosa: los robles rmelojo (Quercus pyrenaica). Los árboles con un buen porte son estupendos, pero los millones de rebrotes de raíz que intentan ahogar toda la parcela son una pesadilla. Hacer un hoyo de plantación en mi parcela supone atravesar una red impenetrables de raíces. Raíces que durante el verano absorberán toda la humedad a su alcance y se lo harán pasar muy mal a lo que crezca a su alrededor, especialmente si es alguna planta joven y flojucha plantada por mí. Esta es la segunda razón por la que las retroexcavadoras han entrado en mi parcela, para roturar y eliminar las raíces de roble en las zonas despejadas donde queríamos hacer nuestras plantaciones. Desbrozar los rebrotes de roble no es válido, año tras año vuelven a salir, así que con mucho miedo y cuidado también hemos probado a usar glifosato en zonas muy concretas. No se lo recomendaría a nadie, pero la verdad es que en nuestro caso los resultados han sido muy buenos. Hemos acabado con los rebrotes de roble sin acabar con los árboles de buen porte que los rodeaban y en los años siguentes, a los rebrotes de robles los han sucedido una mezcla de flores y hierbas silvestres mucho más rica e infinitamente menos agresiva.
Si hablamos de lo que siempre suele ser entendido por hierba mala, esto es las herbáceas que se reproducen como la peste en nuestras plantaciones, hay que decir que toda la culpa es nuestra. Si se fijan la mayoría de esas plantas no se reproducen en terrenos que no sean cultivados por el hombre, así que como dice Michael Pollan las hierbas malas somos nosotros. Para todas estas hierbas que parecen capaces de aparecer de la nada y reproducirse como si no hubiese un mañana, que removamos, abonemos y reguemos nuestro suelo será la mejor de las noticias. Por eso mucha gente recomienda actuar lo menos posible y evitar estas acciones. Yo no puedo evitarlo por las razones ya dadas, y de hecho un porcentaje muy importante del tiempo invertido en los primeros años de una plantación se me ha ido en eliminar hierbas malas. Pero sí que he notado que en las plantaciones de vivaces en las que después de la plantación no vuelvo a remover ni abonar el terreno la presencia de hierbas malas es menor cada año que pasa. La compactación del suelo, la competencia con lo plantado y el clima debe pasar factura. El huerto es harina de otro costal, aquí no hay esperanza. Para empezar porque el compost que empleo para mejorar el huerto lo obtengo a partir de la basura que generan las gallinas y sobre todo de las hierbas malas que saco del resto de la parcela. Conclusión: es un compost riquísimo en semillas de hierbas malas que extiendo sobre un terreno mullido y siempre regado. Por último, ojo con ser excesivamente severos y considerar hierbas malas a cualquier cosa que no hayamos plantado. Aunque la eliminación de hierbas malas se encuentra en la esencia de la jardinería y es imprescindible si queremos dar una sensación de orden e intencionalidad a nuestras plantaciones, a veces el azar pone a tu alcance plantas que pueden aportar algo interesante al jardín, especialmente en jardines naturalistas.

Verbascum, Reseda, Mentha y Echium realmente son "hierbas malas" en esta plantación

Verbascum, Reseda, Mentha, Hypericum y Echium realmente son "hierbas malas" en esta plantación

Eliminar malas hierbas es imprescindible si queremos que el jardín muestre intencionalidad


La Fauna

Es inevitable, desde la microscópica bacteria hasta la bestia parda de un cochino jabalí todos consideran que nuestro terreno es de su propiedad. No deja de tener su lógica, a fin de cuentas llegaron antes que nosotros. Ya conté en otra entrada bastante sobre mis desventuras con la fauna del lugar, y digamos que siento una victoria suficiente haber evitado con una buena valla que animales de más de tres kilos se paseen por el jardín. Una pareja de gatos que después de zanganear todo el invierno en casa al fin zanganean por el jardín parecen estar siendo bastante molestos para todos los bichos que se mueven en el rango que va de lo visible a lo que es capaz de colarse por debajo de la valla. Preferiría que se centrasen en los ratones y conejos y dejasen en paz a las lagartijas, pero qué le vamos hacer. Aún así, casi todo lo plantado sigue siendo un delicatessen para la fauna segoviana y cada año tengo una larga lista de bajas. Da igual, así tengo sitio para probar cosas nuevas al año siguiente. 


Heaven Knows

El famoso libro The Well-Tempered Garden de Christopher Lloyd arranca así: "Algunas veces mis amigos me piden análisis post-morten de sus esfuerzos jardineros menos exitosos, pero es muy complicado pronunciarse con cierta certeza cuando la historia de su caso ha sido enmascarada a fondo. Planté una docena de ciclamen resistentes, puede decir uno, y ni uno de ellos ha salido. ¿Dónde están?. El cielo lo sabe." Heaven knows. Pues bien, mi experiencia jardinera está repleta de heaven knows. He sembrado mis semilleros de tomates como cada año y no he conseguido que crezcan más de tres centímetros, ¿qué ha pasado?. Heaven knows. Un ciruelo que los años anteriores ha crecido extraordinariamente este año ha decidido secarse, ¿por qué?. Heaven knows. Un montón de vivaces que según todas las fuentes están adaptadas a terrenos arcillosos se pudren durante un invierno no especialmente húmedo, ¿cómo es posible?. Heaven knows.   Y así un larguísimo etcétera. No recuerdo dónde he leído hace poco que practicar la jardinería es un apto de valentía porque supone iniciar un enfrentamiento contra fenómenos naturales que no podemos controlar. Así es. Y quizás esa es la principal razón por la que yo estoy tan inclinado hacia la jardinería de estilo naturalista, porque es dónde encuentro más sencillo practicar una jardinería a favor y no en contra de la naturaleza, donde esos fenómenos incontrolables muchas veces apoyarán en lugar de aniquilar. El tiempo y la práctica te ayudarán también a decidir qué debes hacer y a descubrir dónde ha estado el error cuando ya no haya nada que hacer (eso y no otro cosa es lo que los ingleses llaman Green Thumb), pero aún así, la lista de Heaven Knows seguirá siendo lo suficientemente larga como para poner a prueba la paciencia de los más esforzados. En fin, sólo puedo decir que tenemos dos opciones: buscarnos otra afición más determinista, o hacer caso a lo que decía Rainer Maria Rilke en una de sus cartas a un joven poeta: 

Sé paciente con todo aquello que esté sin resolver en tu corazón e intenta amar las preguntas en sí mismas. No busques las respuestas, no se te pueden dar, pues no serías capaz de vivirlas. Y la clave está en vivirlo todo. Vive las preguntas ahora. Quizá, poco a poco, sin percatarte, vivas hasta llegar, un día lejano, a la respuesta.  
Yo, como no quiero buscarme otra afición y como las respuestas que me devuelve la naturaleza son cada año distintas, he decidido hacerle caso y dedicarme a vivir las preguntas. Y ya veremos qué pasa.  

4 comentarios:

  1. Muy inteligente conclusión y muy inteligente blog. Gracias. Merche.

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  2. Hola, soy Elena, la que pidió una narración del camino recorrido. Siento mucho haber tardado tanto en mandar un mensaje para dar las gracias por esta entrada, las vacaciones y la vuelta de ellas me ha dejado sin tiempo para nada. Muchas gracias, me ha resultado muy interesante la entrada, además de una inspiración.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias Elena. Me alegro de que que haya resultado interesante.

      Saludos

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