sábado, 20 de mayo de 2017

15/05/2017



Esta entrada, y otras que espero que le sigan, es una entrada de copión. Aunque vaya por delante que copio un concepto y nunca contenido, ya habrá otros que lo hagan al revés. La idea es de Dan Pearson, que en su excelente blog Dig Delve publica cada pocas semanas una entrada que se ajusta a un formato muy concreto: acompañando fotos de un ramo de flores en un jarrón nos cuenta su experiencia presente y pasada con las especies incluidas en la composición. En sus libros Pearson hace múltiples referencias a su vecina Geraldine que fue para él una gran influencia en su infancia. Geraldine era una mujer mayor que practicaba la jardinería de una manera tan natural, personal y desinhibida como para sembrar la semilla de la forma de trabajar de uno de los diseñadores de jardines más aclamados de nuestros tiempos. Entre las muchas cosas que hacía Geraldine una era tener todos y cada uno de los días del año un ramillete de flores adornando la mesa de su cocina. Colocadas al buen tuntún en un jarrón o en cualquier utensilio de cocina que tuviera a mano, las flores de este ramillete mapeaban el paso de las estaciones del año. Para Pearson este ramillete era el jardín de Geraldine "destilado en un tarro de mermelada". Desde entonces él siempre ha intentado tener un ramo de flores de su propio jardín adornando la casa. Las reglas del juego son simples. No se trata de hacer elaboradas composiciones, lo importante es el acto de combinar especies que estén aportando valor en tu jardín para poder observarlas de cerca. No todo tiene que ser flores, en invierno los frutos y los esqueletos de las plantas tomarán la palabra. En este acto de combinación y observación consigues dos cosas: traer parte de la esencia de tu jardín, ese jardín destilado que comentaba Pearson, al interior de la casa, y estudiar combinaciones de plantas que en el jardín pueden estar alejadas y a través de este simple ejercicio mostrarse como buenas compañeras.
Hasta el momento, pese a lo que le gusta a mi mujer adornar la casa con flores, no lo habíamos hecho salvo raras excepciones por una razón muy simple. No teníamos tantas flores en nuestro jardín como para que no diera un dolor importante cortarlas. Ahora el tamaño y variedad de nuestras plantaciones y la cantidad de silvestres que han venido a reemplazar en algunas zonas el sotobosque de jara y robles, nos permiten jugar alegremente con la idea. El fin de semana pasado nuestro primer ramo de flores ha alegrado la mesa de nuestra cocina. Y me ha parecido interesante imitar las entradas de Dan Pearson. Si a mí me interesa lo que crece en un momento determinado del año en las laderas de una antigua granja en Somerset, ¿por qué no va a haber alguien interesado en lo que crece en las laderas de un monte de Segovia?
Leucanthemum vulgare, Salvia verbenaca, Borago officinalis, Plantago lanceolta y Centranthus ruber decoran
esta composición
Este ramillete es una representación de uno de mis principales objetivos en el jardín: permitir y favorecer la expansión de las plantas por sus propios medios. Todas las plantas de este ramo han demostrado su capacidad para prosperar en nuestro jardín con poca ayuda. Las flores violetas, que yo he identificado como Salvia verbenaca sin estar seguro de ello, fueron una de las primeras sorpresas de nuestro jardín. Yo no he sembrado nunca esta especie ni ninguna que se le parezca pero hace años aparecieron en una pradera de hierbas y flores silvestres con la que tratábamos de recuperar una zona destrozada por la maquinaría de construcción. Dado que tampoco crecen por la zona supongo que llegaron en alguno de los camiones de tierra y mantillo que han entrado en la parcela. Desde entonces se resiembran y crecen con entusiasmo en cualquier espacio donde haya algo más de humedad. La variedad de menta, posiblemente Mentha longifolia con hojas más cenicientas y lisas que la famosa hierbabuena (Mentha spicata) es el mejor ejemplo del riesgo de este modelo. Esta planta me ha demostrado su capacidad de prosperar a través de semilla y rizomas. Como la anterior salvia apareció de la nada y pensé que la sequía la mantendría a raya, pero parece que no. Este año amenaza un macizo de Salvia x superba y he tenido que meter mano. La edición del jardín que dicen los profesionales. 
Las espigas violetas son una variedad de salvia que creo identificar como Salvia verbenaca
Las hojas verdes de la derecha son Mentha longifolia
Otra planta que se autoinvitó a mi jardín es la borraja (Borago officinalis) que además ha tenido la delicadeza de venir en su variedad blanca. Esta planta en dos años ha demostrado su capacidad de resiembra y de crear una matriz muy interesante en el arranque de la primavera. 
Borago officinalis y Plantago lanceolata
No todas las plantas han venido de no se sabe dónde, las hay que ya estaban ahí, como el Gamón (Asphodelus ramosus), la inflorescencia ramificada del centro del ramo siempre presente en nuestros pastizales secos y pedregosos. A veces demasiado presente. En nuestra zona hay dehesas de roble en las que pastan las vacas y que aparecen totalmente dominadas por esta especie. En nuestra parcela avanza también de manera alarmante y me temo que un par de años tendré que meter mano en el asunto, pero de momento la disfruto como una de las pocas vivaces realmente nativas en el jardín. 
Asphodelus ramosus
Soy de los que opinan que en la jardinería muchos buscamos la creación de un espacio íntimo y personal y que la infancia tiene mucho que decir en esa búsqueda. Si la infancia de Machado son recuerdos de un patio de Sevilla la mía son recuerdos de campos de Castilla. Campos de amapolas y margaritas con olor a hierba seca. Será por eso por lo que las mezclas de semillas con las que estoy experimentando siempre contienen amapolas y margaritas. Las amapolas son un coñazo para el jardinero carente de tiempo porque son anuales que exigen terrenos removidos, pero para las margaritas hay mucho más dónde elegir y hay especies que se comportan como vivaces. La pradera de silvestres sembrada el año pasado mostró la capacidad de las anuales en su primer año y en este segundo empieza a demostrar la importancia de las vivaces. Este año la entrada de la parcela la adorna una caótica pero densa pradera de margaritas (Leucanthemum vulgare) salpicada de llantén (Plantago lanceolata), una de esas plantas un tanto anodinas de manera individual pero muy valiosas para crear estructura y cobertura en una pradera.
Leucanthemum vulgare dando color y Plantago lanceolata estructura
La valeriana roja o milamores (Centranthus ruber) siempre ha sido una de mis plantas favoritas, sentimiento que debe ser compartido porque es una planta muy habitual en jardines de clima seco. Cuando la he visto naturalizada fuera de jardines siempre me ha sorprendido su capacidad de resiembra en lugares impensables. En Cortona, Toscana, me embobaba observando sus tupidas y florecidas matas arraigadas en las grietas de sus milenarios muros de piedra. En mi jardín tengo un pequeño macizo que floreció por primera vez el año pasado y durante este año ya ha demostrado su capacidad de resiembra en mi terreno arcilloso apareciendo salpicada por aquí y por allí. Esta es una de esas plantas que hacen que la cosa luzca. 
Centranthus ruber Coccineus, una variedad algo más compacta

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